Eros, también conocido como Cupido,
según la mitología griega era el dios primordial responsable de la
atracción sexual, el amor y el sexo, venerado también como un dios de la
fertilidad. Según los antiguos mitos era hijo de Afrodita y Ares.
En El Banquete de Platón, Sócrates narra el dialogo
que mantuvo con Diotima de Matinea la que fue su maestra en temas amorosos. En
este dialogo Diotima explica quien es para ella Eros, muy diferente a aquel de
la mitología griega.
Según ella Eros es amor de algo, deseo
de lo que no se posee. En todo momento se desea lo que no se tiene, y el deseo
de lo que se posee, solo el es deseo de poseerlo en un futuro. Eros ama la
belleza. Como todo lo bello debe ser por naturaleza bueno, Eros ama lo bueno.
Por esta razón Eros no es ni bello, ni bueno. Eros desea la bondad y la belleza
porque no las posee. Sin embargo Eros no es malo y feo, sino algo
intermedio.
Diotima argumenta también que los
poseedores de cosas buenas y bellas son felices, por eso los dioses son felices
pues son poseedores de belleza y bondad. Así, al contrario que en el mito
griego en el cual Eros es un dios, Diotima explica que Eros no puede ser un
dios, pues no posee belleza ni bondad y por esto tampoco felicidad. Sin
embargo, Eros tampoco es un mortal, sino algo intermedio al que llama un
"Genio". Este genio interpreta y comunica a los dioses las
cosas de los hombres y a los hombres las de los dioses, súplicas y sacrificios
de los unos y de los otros órdenes y recompensas por los sacrificios. Al estar
en medio de unos y otros llena el espacio entre ambos. A través de él funciona
toda la adivinación y el arte de los sacerdotes relativa tanto a los
sacrificios como a los ritos, y toda clase de magia. La divinidad no tiene
contacto con el hombre, sino que es a través de este genio como se produce todo
contacto entre dioses y hombres, tanto como si están despiertos como si están
durmiendo.
El origen de Eros según Diotima
también es muy diferente al de la mitología clásica. Cuando nació Afrodita, los
dioses celebraron un banquete y, entre otros, estaba también Poros, el hijo de
Metis. Cuando terminaron de comer, vino a mendigar Penía (demonio que
personificaba la pobreza y la necesidad, siendo por tanto odiada y marginada
por todos), como era de esperar en una ocasión festiva.
Mientras, Poros, embriagado, entró en el jardín de Zeus y, entorpecido por la
embriaguez, se durmió. Entonces Penía, impulsada por su carencia de recursos,
tramando hacerse un hijo de Poros, se acostó a su lado y concibió a Eros. Por
esta razón, precisamente, es Eros también acompañante y escudero de Afrodita,
al ser engendrado en la fiesta del nacimiento de la Diosa y al ser, a la vez,
por naturaleza un amante de lo bello, dado que también Afrodita es bella.
Siendo hijo, pues, de Poros y Penía, Eros se ha quedado con las siguientes
características. En primer lugar, es siempre pobre, y lejos de ser delicado y
bello, como cree la mayoría, es más bien duro y seco, descalzo y sin casa,
duerme siempre en el suelo y descubierto, se acuesta a la intemperie en las
puertas y al borde de los caminos, compañero siempre inseparable de la
indigencia por tener la naturaleza de su madre. Pero, por otra parte, de
acuerdo a la naturaleza de su padre, está al acecho de lo bello y de lo bueno;
es valiente, audaz y activo, hábil cazador, siempre urdiendo alguna trama,
ávido de sabiduría y rico en recursos, filosofa a lo largo de toda su vida, y
es un charlatán terrible, un embelesador y un sofista. No es por naturaleza ni
inmortal ni mortal, sino que en el mismo día unas veces florece y vive, cuando
está en la abundancia, y otras muere, pero recobra la vida de nuevo gracias a
la naturaleza de su padre.
Eros es quien ama, el amante. Eros ama
lo bello, lo que hace que necesariamente sea amante de la filosofía (filosofo).
Eros no es ignorante, pero tampoco sabio, eros ama el saber y desea poseerlo.
La causa de esto es también su nacimiento, ya que es hijo de un padre sabio y
rico en recursos y de una madre no sabia e indigente.
Todo deseo de lo que es bueno y de ser
feliz es amor. Pero unos se dedican a él de muchas y diversas maneras, ya sea
en los negocios, en la afición a la gimnasia o en la filosofía, y no se dice ni
que están enamorados ni se les llama amantes, mientras que los que se dirigen a
él y se afanan a la especie reciben el nombre del todo, amor, y de ellos se
dice que están enamorados y se les llama amantes.
El ser humano ve en la generación la
belleza, pues la generación es algo eterno e inmortal en la medida en que pueda
existir en algo mortal como es la especie humana. Por eso el ser humano ama la
generación y la procreación y esta es parte del amor. Porque necesariamente el
amor es también amor de la inmortalidad.
En definitiva, lo que los hombres aman no es otra cosa que poseer el bien
para siempre.